miércoles, 10 de noviembre de 2010

The Last Night of the World

Quédate conmigo
Y abrázame fuerte
Y bailemos
Como si esta noche fuese
La última noche del mundo


Es fácil pensar que el musical Miss Saigón es simplemente una revisión moderna de la Madame Butterfly de Puccini. Y tal vez sea cierto, pero en realidad lo que inspiró al compositor Claude-Michel Schönberg y a su letrista Alain Boublil, fue una fotografía.
En un periódico vieron publicada una imagen de una niña vietnamita, a punto de embarcarse en un avión, rumbo a Estados Unidos, donde le esperaba su padre, un antiguo soldado que nunca la había visto. Su madre le cogía de la mano, sabiendo que nunca volvería a ver a su hija.

Miss Saigón, como su homónima Madame Butterfly, comparte la historia del amor imposible entre dos culturas, la oriental y la occidental, pero embebidos en medio del conflicto bélico de Vietnam.
La puesta en escena era espectacular, integrando en el escenario entre otras cosas, una estatua de 15 metros de Ho-Chi-Min. Pero lo que todo el mundo recuerda es aquel inmenso helicóptero, que aterriza en pleno escenario, para marcharse poco después, con el ensordecedor ruido de sus palas en movimiento, evacuando a los ciudadanos americanos de la embajada y a unos pocos afortunados vietnamitas, que querían huir del colapso de una guerra y de un futuro incierto.
Toda la obra está jalonada de preciosos temas musicales, pero por encima de los demás, destacaría The Last Night of the World, interpretado por Lea Salonga y Simon Bowman.
Más adelante, esta artista de origen filipino, sería elegida para cantar A Whole New World, de la banda sonora de Aladdin, la producción de Disney que llegaría a obtener el Oscar a la mejor canción.
Los protagonistas, Kim y Chris, están juntos en la habitación. Empieza a sonar la música. Los amantes comienzan a declararse su eterno amor y al fondo, tímidamente, aparece un saxofón que los va acompañando paulatinamente, mientras ellos se aman, ignorantes de que efectivamente, aquella iba a ser su última noche.

Miss Saigón fue el primer musical que vi en mi vida, en el propio West End de Londres, en una época de maravillosos descubrimientos y de nostálgica inocencia.
En aquella butaca del Teatro Real de Drury Lane, al compás de los acordes de The Last Night of the World, aprovechando la complicidad que me brindaba la oscuridad de la platea, mirando de reojo para que nadie se diera cuenta, cayeron varias lágrimas por mis mejillas, porque esa noche descubrí que el lejano Vietnam estaba todavía más cerca de mí, que el amor de verdad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buf, Mel, ahora si que me has hecho retrotraerme a otra epoca, era, quizas vida...mira que me has hablado miles de veces de ésto, desde que la viste. Mira que me has puesto esta música...pues te creeras que no me acordaba..Ves? para mi una utilidad nueva (que tu ya la tendrias clara) de este rincón...recordar, revivir, desempolvar...un diez pa ti.
koko

melkarr dijo...

Es la idea de este blog. Recordar quien haya olvidado, descubrir quien no conozca o simplemente pasar a otro lado a quien no le interese. Gracias por sus palabras, Koko. Espero seguir agradándole las siguientes entregas.

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