lunes, 31 de diciembre de 2012

A Change Is Gonna Come

 
 
Si hay algo que he acabado odiando, es la palabra crisis. Te persigue por todas partes, vayas por donde vayas. Te oprime, te deprime y te comprime el alma. Subyuga a la desesperanza, al túnel de las grandes dificultades, que nos arrastra y parecen no terminar nunca.
¿A quién le apetece ver las noticias? Parece que hay una conjunción planetaria, un lustro horribilis que no nos deja en paz. Miro las calles y veo carteles de SE VENDE por todas partes. Me hace sentir que este país está entero a la venta, o quizás es como el decorado de un teatro, al que se le han acabado las funciones y va desmontando su escenario de cartón piedra.
 
Crisis significa crisis, y aunque a nadie se le escapa lo que es, etimológicamente quiere decir separar, decidir, pero también elección, juicio, análisis y criterio.
Para los chinos, la palabra crisis se forma de dos partes: peligro y oportunidad.
El peligro ya sabemos lo que es. Las oportunidades aún están por descubrir. Pero no se debe perder la esperanza.
Las cosas no volverán a ser iguales, seguro, pero no por eso tendrán que ser peores. Esta poda nos hará más fuertes y creceremos más robustos en todos los aspectos.
 
Dicen que el año que ahora empieza va a ser malo. Pero yo me rebelo ante tanto pesimismo. Será mejor. Y los cambios que nos esperan nos harán remontar el vuelo de nuevo. No quiero empezar un año nuevo con miedo, con incertidumbres. Quiero hacerlo con la sonrisa nerviosa del niño que entra en el salón a ver qué le han dejado los Reyes, sabiendo que mucho o poco, todo lo que encuentre, siempre va a ser bueno.
 
Un poeta llamado Bob Dylan, que de vez en cuando hacía sus pinitos como cantante, con juvenil ingenuidad, hablaba de que los tiempos estaban cambiando en aquel lejano 1964.
Sam Cooke hace ya muchos años y por otras circunstancias, en una época difícil, en una preciosa canción, nos cantaba que había nacido en una pequeña cabaña junto al río. Aunque había corrido mucho en su vida, como aquel mismo río, seguía siendo pobre como cuando nació. Los demás le recordaban que no olvidase que era un ciudadano de segunda, pero a pesar de todo el tiempo que había pasado, de lo difícil que era vivir, no quería morir; no perdía la esperanza, porque estaba convencido de que el cambio iba a llegar.
 
Feliz 2013 a todos, porque seguro, seguro, que lo va a ser.
  
 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Secret


Un secreto es por principio, un regalo que generosamente te dan. Con una extrema delicadeza, quien te lo cuenta, te obsequia con su confianza. Te conviertes en una persona importante para ella, al depositar en ti el saber su secreto. Desde ese momento entre los dos, se establece un nexo común, como la intersección de dos conjuntos, donde el misterio es compartido. Esa persona espera de ti que no vas a fallar y que te convertirás en una prolongación de ella misma.
 
Este verano mi hija Tiri me recomendó esta intrigante canción, que es interpretada por uno de sus grupos favoritos, Maroon 5. Secret está incluida en su primer album, llamado Songs About Jane, (Canciones sobre Jane), en homenaje a Jane Herman, que era entonces novia de Adam Levine, el vocalista.

Hace unos días hablamos  y le conté que había oído Secret y que me había gustado mucho. Que me recordaba mucho a Sade. Ella no la conocía, así que la recomendación musical esta vez tomó un camino inverso.
La próxima vez que hablemos, tengo que acordarme de preguntarle si por fin ya la ha descubierto y qué le parece. Seguro que le encanta. Y en voz baja, para que nadie nos pueda escuchar, hablaremos también de nuestro secreto de nuevo y le diré que no se preocupe, que sigue estando seguro, que no se lo pienso contar a nadie.


jueves, 26 de julio de 2012

Imagine


¿Quién está preparado para los momentos tristes, por mucho que sepas que tarde o temprano van a llegar? ¿Qué pensar para alegrarte o incluso qué decir a quien quieres para secar sus lágrimas o atenuar su dolor? No sé bien qué responder a cada una de estas preguntas, pero ya desde hace un tiempo estoy firmemente convencido que de las cosas malas, de cada una de ellas, siempre se aprende alguna lección.

Arantxa se ha ido y todos sabíamos que se iba a ir. Lo sabía hasta ella. Me lo dijo la última vez que pudimos hablar. Pero a pesar de todo, creo que se ha ido feliz.
Sí, es muy joven, creo con total seguridad que ha sido una persona muy afortunada. Ha tenido la suerte de tener dos cosas. Sólo dos, pero aunque parecen pocas, son bastantes más de las que mucha gente puede llegar a tener.

La primera fue la vida. Su vida le dio la oportunidad de tener otra vida y además de disfrutarla y vivirla con intensidad. Hizo lo que nadie hace. Pensar en cómo eres, mirar dentro de ti, cambiar lo que no te gusta y apreciar cada uno de los ínfimos pero maravillosos detalles que te ofrece el mundo cada mañana. Su segundo cumpleaños fue el amanecer de una nueva Arantxa. Se convirtió en la Arantxa que yo conocí. Simpática, alegre, luchadora, valiente, cariñosa, bromista y con ese punto de ironía que siempre ha sido para mí una muestra de gran inteligencia.

La segunda, Arantxa, déjame decirte que por lo menos un poquito, la comparto contigo: Es tu familia.
El día que te fuiste pensé en ti y en tu familia, en mi familia. Y como tú hiciste un día, yo también descubrí la suerte, la inmensa fortuna que tengo, que has tenido, de tener esta familia.
No hubo ni una sola de esas noches llenas de miedos, ni un sólo día, de tus interminables días en el hospital, que no hubiese alguien a tu lado, acariciándote las manos, poniéndote crema, haciéndote esos masajes que tanto te gustaban.  Siempre ha habido alguien que te susurrase al oído, cuando ya no nos podías oir, diciéndote con cariño que te ibas a poner buena, prometiéndote que tendrías otro cumpleaños más, el tercero. Queríamos volver a oir tus risas y a iluminarnos con esos preciosos ojos claros.

Pero te has ido. Y aquí hemos quedado los demás, sin entender tantas cosas. Ya te decía que uno no está preparado nunca para los momentos tristes. Tenemos un sentimiento agridulce, menos dulce que agrio, pero con la alegría de haber vivido todo este tiempo contigo y de ahora sentir que todos los momentos tristes, y los buenos y tú, hacen que cada vez estamos más juntos. 
No estás, pero estás más que nunca. Pero por encima de todo hay un poso que nos dejas. Un regalo para siempre, y eso es lo que nos ayuda y anima: la felicidad de tu recuerdo.


miércoles, 11 de julio de 2012

The One and Only


Hay mucha gente que dice que canta en la ducha.  Puede ser, aunque sólo lo he visto en las películas. No he conocido nunca a nadie que lo hiciese. (Creo). Que me perdone alguien si lo hace y no me acuerdo de él. Lo más parecido era uno, cuyo nombre no mencionaré por respeto, que se llevaba la guitarra cuando iba al retrete. Pero bueno, viéndolo de esta manera, lo de cantar en el baño, podría darlo por válido.

Hay gente que canta y silba a todas horas, o cuando trabajan, o si tienen el destornillador en la mano. Incluso hay gente que le cantan los pies. Ni lo primero, ni lo segundo y por supuesto, ni lo tercero, es mi caso.
Puestos a elegir, yo también tengo mi sitio y ése es mi coche.
A mí siempre eso de cantar en público, aunque el público sea una sola persona, me ha dado un poco de vergüenza y por tanto me he prodigado poco, pero desde hace un tiempo he decidido lanzarme al ruedo.

Pero mis dotes de canto no las empleo con cualquier canción que aleatoriamente decida reproducir mi Ipod caprichosamente, no, no... Un cantante como yo tiene su repertorio... y sus registros.
Aunque llevo años intentando poder cantar alguna canción de Phil Collins, su tono es tan agudo que por mucho que lo intento, no soy capaz de llegar con un mínimo de decencia. La excepción es Easy Lover, que por primera vez canté (o cantuve, porque si es anduve, pues eso...), como decía, el estreno fue hace ya muchos años con mi amigo Remy, a quien le mando un saludo desde estas líneas que no lee nadie. Sigo interesado en repetir aquel dúo, por lo que todavía estoy necesitando compañero para este karaoke. Si alguien se apunta, yo puedo hacer de Phillip Bailey o de Phil Collins. Dejo escoger.

Mientras espero que aparezca el cantante que me haga el contrapunto, voy afinando la técnica con otras canciones. Eso sí, teniendo mucho cuidado que no me suceda lo que le pasó a mi amiga la Dra. Jomeini, que una cosa es lanzarse a hacerlo a todo pulmón y otra bien distinta, es provocar un escándalo público.

Hay muchas canciones que no puedo evitar cantar a todo lo que dan mis cuerdas vocales, como es ese famoso tema de Chesney Hawkes. ¿Que quién es Chesney Hawkes? Chesney Hawkes es hijo de otro cantante de bastante más éxito que él, Len Hawkes, músico de la banda británica de los 60, The Tremeloes.
Porque el pobre de Chesney Hawkes, a pesar de haber sido apadrinado por una estrella de los 80 como fue Nik Kershaw, es uno de esos ejemplos que los británicos llaman one hit wonder, o sea, un cantante de un solo éxito. Alguien que toca la fama y se la arrebatan de inmediato. Vamos, un desgraciado.
Y encima, en el caso de Chesney Hawkes, esa canción compuesta para él por Nik Kershaw, se llamaba The One and Only (El primero y el único). Curiosa coincidencia.

De momento, porque nuestra economía no nos lo permite, pero como dice mi padre, ¡de momento!, mi escenario de actuaciones es el interior de mi monovolumen o fregoneta familiar, cerrada a cal y canto y con los cristales bien subidos. Aunque el otro día, arropado por unos cuantos amigos y otros tantos gin-tonics, me subí a una tarima a cantar y a profanar el eterno descanso de Freddie Mercury, mis aspiraciones son lograr poseer un auditorio de actuaciones, más propio de un artista de clase, como yo y nada más adecuado, como puede ser un New Beetle Cabrio. El techo serán entonces el cielo y las estrellas y así todo el mundo podrá oir claramente, cómo canto a pleno berrido, I am the one and only...


 
Chesney Hawkes - "The One And Only" (1991) por walteralcostan

miércoles, 4 de julio de 2012

Falling in Love


A medida que pasan los años, tienes más vida detrás de ti para poder mirar hacia dónde te ha llevado tu existencia. No dudo que ha habido gente que quisiste mucho y que en cambio a ti te tuvo sólo cariño. Huesos por los que estuviste loco y que jamás apreciaron tu dedicada demencia. Pero seguro que también hubo quien suspiró por ti, que soñó contigo y tú en cambio, ignoraste todas aquellas señales, o tal vez no te tomaste la molestia de averiguarlo nunca. El amor es así. Una vía de tren en dos direcciones, que no siempre coinciden.

Hoy me han contado la triste noticia de una historia de amor, de una pareja que conocemos bien, que se ha roto. Estamos consternados, porque a los dos los queremos mucho y es duro descubrir que el amor se ha ido, dejando unos posos muy tristes y desagradables.
Aquel amor, que ahora ya no existe, comenzó hace mucho tiempo, casi cuando conocí a un tipo llamado Randy Newman.

Randy Newman, a pesar de su escasa notoriedad entre nosotros, ha sido y continúa siendo toda una institución en su país, como compositor de bandas sonoras, cantautor de letras irónicas y mordaces o como un excelente pianista. Sus canciones han sido interpretadas por artistas como Ray Charles, Tom Jones, The Everly Brothers, Etta James, o la ELO. Poca gente sabe que ese famoso tema de Joe Cocker, en realidad es obra de Randy Newman.  Aquí lo cuenta el propio Randy.
Estos últimos años, tal vez ha logrado que lo conozcamos un poco más, a raíz de algunas famosas bandas sonoras que ha compuesto, como la de Monsters S.A. o la saga de Toy Story.

Cuando Randy Newman apareció en mi vida, fue con una canción llamada Falling in Love. Formaba parte de un álbum titulado Land of Dreams, donde iba contando tema a tema, su infancia y adolescencia en New Orleans, que tanta influencia ha tenido en su música.

Hay una primera vez en tu vida en la que notas como una sensación de vértigo dentro de ti. Una felicidad tonta que te impide dejar de estar sonriendo a todas horas. Lo llevas escrito en la frente y aunque quisieras apartarlo de tu mente, piensas que todo el mundo al verte también lo sabe. No quieres que nadie se dé cuenta, pero a pesar de eso, no te importa que el mundo entero lo descubra. Cuando me sucedió, me acordé del bueno de Randy Newman, que había conocido tantos años atrás.

La letra y la música de Falling in Love, tan pegadiza, describen perfectamente ese maravilloso estado de ingravidez, esa pesadez de párpados y brazos, el estómago girado del revés, el rubor facial, el temblor y la taquicardia desbocada. Puede que camines torpemente, incluso que tropieces por tener la mente tan ocupada, disfrutando de una inmensa felicidad que te sale a borbotones por todos los poros y que apenas puedes disimular. Quizás - como dice Randy Newman - es que te has enamorado.

Ahora es un momento triste. Pero seguro que habrá un nuevo amanecer y con la nueva vida que les espera, un día volverán a descubrir que se han enamorado otra vez.


miércoles, 4 de abril de 2012

Ella Elle L'a


Sé muy pocas cosas de Francia. Mejor dicho: sé muy poco de francés.  Y no es por falta de ganas, de verdad. Simplemente es por el hecho de escoger.
Alguien muy especial me dijo un día: Mel, en esta vida no se puede tener todo. Y el paso del tiempo no ha hecho otra cosa más que darle la razón. No sé francés, eso es una realidad, pero a cambio soy médico.
Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Es sencillo. Cuando entré en bachillerato, mi idea era matricularme en francés, idioma que me atraía muchísimo y así completar el conocimiento que ya tenía sobre el inglés. Pero tras consultar con la catedrática de francés del Instituto, me dijo que si quería estudiar Medicina, y para ello me pedirían una buena nota de acceso, mejor no me matriculaba en francés, porque jamás podría pasar de notable. Así que animado por este consejo, dejé este idioma aparcado en la cuneta y cerré una puerta.

Pero ¿qué hubiera pasado si hubiese estudiado francés?
No lo sé. Lo que sí es cierto es que mi vida hubiera sido otra.
A veces pienso en esos caminos que no tomamos y en qué habría sido de mí en esa vida paralela, que nunca escogí y que por tanto, jamás viví.
Tal vez no hubiese sido médico, a lo mejor sí, pero lo que no habría cambiado en mi, es el interés por la música.
Imaginando esa ficticia vida paralela, puede que incluso en aquel guateque de adolescente, hubiera bailado con aquella niña, pero en vez de Bridge over troubled waters, habría sido Tous les garçons et les filles de François Hardy y como entendería la letra, se la podría cantar al oído.
Esta ficticia vida paralela, hubiera hecho que mis sueños eróticos de juventud, no tuviesen a Patsy Kensit, sino a una guapa francesa llamada Alizée.
Por otro lado, los desamores no habrían sido nunca acompañados por One more night, sino por Jacques Brel, cantando la más bella y triste canción de amor/desamor, que se ha escrito nunca.

Pero mis universos paralelos, el inglés y el misterioso francés, se acabarían uniendo aquel verano antes de entrar en la universidad.
En una fiesta que organizó una compañera de clase del Instituto, en aquella época en la que la música estaba inmersa en unos discos de vinilo negro, descubrí una canción en francés que me cautivó.
Si no hubiese hecho caso aquel consejo y hubiese tomado el camino francés, para mí no habría sido ningún descubrimiento France Gall. Aquella niña de 17 años, que ganó el festival de Eurovisión, para asombro de su mánager, que tras su actuación le reprochó el haber desafinado y haber estropeado la canción.

El nexo común entre lo que fui y lo que podía haber sido, es France Galle y su Ella elle l'a. Impresionado por la fuerza de esta música (porque como es obvio, no entendía la letra), le pregunté a alguien que supiera francés, acerca de lo que significaba su título. Así me contaron, que Ella, ella lo tiene, era un homenaje a la extraordinaria cantante de jazz Ella Fitzgerald, que para mi vergüenza, aún no conocía.
Aunque el estilo de Ella elle l'a nada tiene que ver con el de la homenajeada, la canción de France Gall está en mi lista de temas favoritos, porque gracias a ella, de su mano me trajo el mejor descubrimiento musical de mi vida: la voz celestial de Ella Fitzgerald. Pero por si esto fuera poco, Ella elle l'a es además especial, porque me recuerda todos los caminos que dejé por recorrer y la incertidumbre de pensar si al final acerté y escogí los cruces correctos. Como me han dicho tantas y tantas veces, En esta vida no se puede tener todo. Tal vez sea cierto, pero gracias a France Galle y su Ella elle l'a, casi podría decir que lo he conseguido.




miércoles, 18 de enero de 2012

Genetic Engineering


Un día casi sin darme cuenta, llegó a casa. O al menos creo que fue así...
Si no recuerdo mal, todavía no sabía escribir, cuando mi padre apareció con una inmensa y negra maleta, cuadrada, con un asa metálica en un lado.
Al abrirla, apareció una máquina de escribir de color blanco, que cuando pude llegar a distinguir las letras, rezaba: Olympia.

Desde aquel momento, cada vez que mi madre abría aquella caja, e introducía por la parte superior unas hojas que llamaba clichés, sentía una cierta fascinación al ver cómo las ideas fluían de su cabeza, se trasladaban por sus brazos, sus manos, sus dedos y acababan impresas en el papel. Ella sólo la utilizaba para hacer sus exámenes. Aquellos clichés, que no eran más que folios con un papel carbón incorporado, se los llevaba al Instituto, donde una máquina multicopista, imprimía todos los ejemplares de los ejercicios con los que evaluaba a los alumnos. Mirando hacia atrás con perspectiva, veo que perdí una oportunidad increíble de haberlos podido vender en el mercado negro de los malos estudiantes de secundaria y haber hecho un lucrativo negocio. Pero en fin, por lo que se ve, a esa tierna edad, no tenía ninguna visión comercial...

Me iba haciendo mayor y pasé de poder distinguir las letras, a poderlas juntarlas y llegar a formar palabras, e incluso frases.
Iba creciendo, pero en cambio aquella máquina de tamaño colosal, menguaba y cada vez se me hacía más accesible a mis pequeñas manos.
Hasta que llegó el día en que sentí la necesidad de escribir. Nunca me ha gustado mi letra, ni la de entonces ni la de ahora, así que Olympia y yo no tuvimos dificultad en convertimos en buenos amigos. Yo le dictaba mis historias y ella, pacientemente, lentamente, carácter tras carácter, iba transcribiendo mis pensamientos.
Nos entendíamos muy bien y cuando estaba arrebatado por la inspiración y me aproximaba peligrosamente al margen, el sonido de una campanilla me devolvía a la realidad, obligándome a darle a una barra metálica con la mano izquierda, de forma enérgica y cambiar de renglón.

Cuando redacté mis primeras obras de teatro, de una extensión no superior a tres folios, fue más o menos cuando apareció en el mundo uno de los primeros éxitos de un grupo de música tecno, llamado Orchestral Manoeuvres in the Dark. El tema coetáneo con mis primeros escarceos literarios, era Genetic Engineering. Aunque fue uno de sus primeros lanzamientos y tuvo una cierta notoriedad, pronto fue eclipsado por otras canciones posteriores que llegaron a formar parte de la historia de la música, como fueron Enola Gay, referencia al bombardero que arrojó la primera bomba atómica, o la celebérrima Joan of Arc, que en realidad se llama Maid of Orleans.
Otros temas menos relevantes, pero no por eso de poca calidad, como fueron Telegraph, Electricity o Locomotion, convirtieron a OMD en referencia musical en cuanto a lo que se llamó techno-pop o synthpop, siendo de gran influencia para tantos otros grupos musicales. 

El tiempo ha olvidado a Genetic Engineering y de hecho la tuve perdida durante una gran temporada, hasta que la recuperé en un disco de éxitos de OMD. Y escucharla de nuevo, me recordó a aquella época en la que pasaba horas delante de mi Olympia, con un dedo extendido, señalando el teclado, buscando desesperadamente esa letra, que no aparecía por ninguna parte, caprichosamente escondida dentro del teclado.