Hoy, como cada miércoles, toca poner una canción y escribir una historia.
Pero esta vez quisiera darle un giro distinto. Aunque nunca he sido un seguidor de Maná, ni cuento con esta canción como favorita como he hecho hasta ahora con todas las demás, creo que tengo un motivo más que justificado para traer este tema hoy aquí.
Esta canción no es mía, sino de otra persona. Alguien a quien se la quiero dedicar, precisamente hoy, porque aunque siempre es la primera, no sé si tendrá fuerzas en estos momentos para perder el tiempo leyendo estas líneas. Esto de dedicar canciones no lo había hecho hasta ahora, pero bien pensado, creo que se lo merece.
La conocí hace casi once años en Madrid y desde entonces, por un motivo o por otro, no he podido separarme de ella.
Creo que nos queremos mucho, yo al menos a ella bastante. Y tengo muchas pruebas que lo demuestran, no sólo las palabras que aquí escribo.
Maná en sus orígenes se llamaban Sombrero verde, luego se rebautizaron, adquiriendo su nuevo nombre, casi místico. Según dicen, Maná, aparte del alimento divino que cayó del cielo, es un término de la Polinesia, que quiere decir: energía positiva. Esa energía que tiene a borbotones, esa alegría contagiosa y su risa que nos enamora a todos.
Es tan noble, que cuando piensa que algún comentario suyo te ha podido molestar, siempre, como muletilla, te mira con los ojos entreabiertos y te dice: Es broma..., aunque tú sabes perfectamente que no lo es.
Ella es la digna heredera de una tradición familiar de bomberos, apagando todo fuego familiar que se produzca, o de la herencia musical de los Gómez, expertos templadores de gaitas como no he conocido nunca.
Siempre he dicho que las Naciones Unidas perdieron una gran diplomática el día que decidió matricularse en la Universidad y dedicarse a otros menesteres que no fuesen la mediación internacional.
Me encanta como es, porque siempre tiene una sonrisa y está dispuesta a ayudarte cuando lo necesitas, aunque ahora haya descubierto un engendro terrible llamado Whatsapp que emplea a base de bombardeo estratégico y secuestre a Lou por las noches.
No me vuelve loco Maná, aunque reconozco que son buenos. Incluso podría decir que no me acaban de convencer. Pero, ¿qué más da?
Le gusta a ella y eso me basta. Por eso aquí tienes tu canción.
Un beso, Marta, te queremos mucho.
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