1984 fue un año mágico. Fue el año que inspiró la famosa novela de George Orwell sobre un mundo futuro, totalitario, con una figura omnipresente que controlaba el destino de todos los habitantes. Un gran hermano que todo lo observaba. A nadie se le escapa lo que ha llegado a influir dicha novela desde que fue publicada. El comienzo de aquel año, llegó a inspirar una campaña comercial de Apple, cuando introdujo el Macintosh, que según dicen los entendidos, ha sido su mejor campaña publicitaria. Su eslogan era: El 24 de enero de 1984 Apple lanzará el Macintosh y entonces comprobarás por qué 1984 no será como "1984".
Pero 1984, además de ser una inevitable cita literaria, fue un año lleno de exitos musicales como Like a Virgin de Madonna, Jump de Van Halen, Born in the USA de Bruce Springsteen, Private Dancer de Tina Turner, o I Want to Break Free de Queen.
Para mí, 1984 fue uno de los años más especiales. Tal vez fuese por tener trece años, por comenzar la edad del pavo o por haber tenido la oportunidad de ir un verano a Inglaterra.
Viví la época del auge de grupos como Dire Straits, Wham!, Spandau Ballet, Tears for Fears, mientras en España, ese mismo año, me sorprendía una película de terror, que en realidad era el videoclip de una canción de un grupo llamado La Unión.
Tras aquellas cuatro semanas en un pueblecito a las afueras, llamado Ware, volví a casa, justo el día de la inauguración de los juegos olímpicos de Los Ángeles. Llegué con las maletas cargadas de juegos para el Spectrum y los discos con canciones que compró mi primo, que nos marcarían para siempre. Cherish era la canción con la que pasear con ella por la playa, mojando tus pies en la orilla, una noche de verano, Fresh, con la que bailarías en la discoteca, igual que Caribbean Queen, y Careless Whispers una buena candidata a ser nuestra canción, o incluso a ser la banda sonora de un primer beso.
Son muchas las canciones de 1984 y bien se merece cada una de ellas un capítulo aparte, como Let's heart it for the boy, que todavía oirla me recuerda a mis batallas interiores, luchando ferozmente contra la timidez, intentando establecer la frontera entre hacer el ridículo, el riesgo por el fracaso o la remota posibilidad de lograr el éxito con la primera Marta que se cruzó en mi vida. Pero no seguiré por este camino, pues acabaré siendo tildado, como dicen en Barcelona, como un auténtico paga-fantas, que muy bien no sé lo que es, pero como promoción personal no debe ser muy bueno, así que la canción de hoy, es otra. Se trata de Jump (For my love), de un grupo formado por tres hermanas, cuyo nombre musical era The Pointer Sisters.
Originalmente llamada simplemente como Jump, la canción tuvo que modificar su título, para no ser confundida con el Jump de Van Halen, del mismo año. Suena mucho a ochenta, lo sé, pero todavía me encanta escucharla y me sigue transmitiendo fuerza, como el primer día. Su música in crescendo, para mí la hace ser ideal para animarme, concentrarme o ponerme en situación. Si hubiese sido saltador de altura, de longitud o de vallas, la habría escuchado antes de competir y con esa motivación, seguro que no habría tenido rival. Su vídeo musical, jalonado de atletas haciendo cada una de las disciplinas de salto, fue lanzado poco antes del comienzo de los juegos olímpicos de Los Ángeles, justo cuando volvíamos a casa.
Por eso, todas las otras canciones que he mencionado, lo son, pero quizás Jump (For my love), sea un poco más 1984 que las otras.
George Orwell jamás pudo imaginar, que lejos de aquel mundo totalitario e impersonal que había concebido en su mente, 1984 iba a ser en realidad, un maravilloso año irrepetible.
Pero 1984, además de ser una inevitable cita literaria, fue un año lleno de exitos musicales como Like a Virgin de Madonna, Jump de Van Halen, Born in the USA de Bruce Springsteen, Private Dancer de Tina Turner, o I Want to Break Free de Queen.
Para mí, 1984 fue uno de los años más especiales. Tal vez fuese por tener trece años, por comenzar la edad del pavo o por haber tenido la oportunidad de ir un verano a Inglaterra.
Viví la época del auge de grupos como Dire Straits, Wham!, Spandau Ballet, Tears for Fears, mientras en España, ese mismo año, me sorprendía una película de terror, que en realidad era el videoclip de una canción de un grupo llamado La Unión.
Tras aquellas cuatro semanas en un pueblecito a las afueras, llamado Ware, volví a casa, justo el día de la inauguración de los juegos olímpicos de Los Ángeles. Llegué con las maletas cargadas de juegos para el Spectrum y los discos con canciones que compró mi primo, que nos marcarían para siempre. Cherish era la canción con la que pasear con ella por la playa, mojando tus pies en la orilla, una noche de verano, Fresh, con la que bailarías en la discoteca, igual que Caribbean Queen, y Careless Whispers una buena candidata a ser nuestra canción, o incluso a ser la banda sonora de un primer beso.
Son muchas las canciones de 1984 y bien se merece cada una de ellas un capítulo aparte, como Let's heart it for the boy, que todavía oirla me recuerda a mis batallas interiores, luchando ferozmente contra la timidez, intentando establecer la frontera entre hacer el ridículo, el riesgo por el fracaso o la remota posibilidad de lograr el éxito con la primera Marta que se cruzó en mi vida. Pero no seguiré por este camino, pues acabaré siendo tildado, como dicen en Barcelona, como un auténtico paga-fantas, que muy bien no sé lo que es, pero como promoción personal no debe ser muy bueno, así que la canción de hoy, es otra. Se trata de Jump (For my love), de un grupo formado por tres hermanas, cuyo nombre musical era The Pointer Sisters.
Originalmente llamada simplemente como Jump, la canción tuvo que modificar su título, para no ser confundida con el Jump de Van Halen, del mismo año. Suena mucho a ochenta, lo sé, pero todavía me encanta escucharla y me sigue transmitiendo fuerza, como el primer día. Su música in crescendo, para mí la hace ser ideal para animarme, concentrarme o ponerme en situación. Si hubiese sido saltador de altura, de longitud o de vallas, la habría escuchado antes de competir y con esa motivación, seguro que no habría tenido rival. Su vídeo musical, jalonado de atletas haciendo cada una de las disciplinas de salto, fue lanzado poco antes del comienzo de los juegos olímpicos de Los Ángeles, justo cuando volvíamos a casa.
Por eso, todas las otras canciones que he mencionado, lo son, pero quizás Jump (For my love), sea un poco más 1984 que las otras.
George Orwell jamás pudo imaginar, que lejos de aquel mundo totalitario e impersonal que había concebido en su mente, 1984 iba a ser en realidad, un maravilloso año irrepetible.