Los Beach Boys tuvieron su apogeo en los años 60. Fueron la respuesta americana a los Beatles que sonaban al otro lado del Atlántico. Desde sus comienzos, se convirtieron en el estandarte del más playero de los deportes: el surf.
Getcha Back en cambio, apareció a mediados de los ochenta como canción de relleno en un álbum con un título muy original. Ese disco se llamaba The Beach Boys.
Nunca fui amante del surf, de hecho no lo he practicado en mi vida, pero las alegres canciones de los chicos de la playa, me recuerdan a aquel fin de curso del último año de instituto, cuando éramos unos imberbes jovencitos ante los cuales se presentaba un futuro desconocido, cargado de ilusiones y de incertidumbres.
Un par de semanas antes del fin de curso, una amiga me enseñó la foto de una compañera suya de clase. Aunque era del aula de al lado, de la clase de letras, sabía quién era, pero no sé por qué no había reparado nunca en ella. Era una chica rubia, no demasiado alta, muy guapa, con unos enormes ojos azules. No venía a cuento que me mostrase aquella foto, pero piqué el anzuelo y el plan por ambas preparado, surtió su efecto y consiguió que se me despertara el interés por ella.
A partir de entonces me acerqué y empezamos a conocernos. Esos comienzos son como la obertura de una sinfonía, en la que partiendo de la nada, se van añadiendo intrumentos, aumentando la melodía en riqueza, volumen y contenido musical.
Así fue yendo todo. Muy lentamente, pero en la dirección correcta.
Por ese entonces, yo me estaba sacando el carnet de conducir y mi querido escarabajo esperaba pacientemente a que obtuviese mi licencia.
Hablábamos con ilusión de la fiesta de fin de curso que sería en unos días. Yo tendría mi coche, estaríamos juntos toda la noche y escaparíamos de todo el bullicio en nuestro escarabajo, oyendo Help!, de los Beatles, que era nuestra canción, o mejor incluso, música de los Beach Boys.
Tres días antes de la tan esperada fiesta, suspendí mi examen. Eso desbarataría nuestros planes de escapada, pero todavía nos quedaría nuestra fiesta, donde sin lugar a dudas podríamos rubricar todo aquello de lo que habíamos estado hablando, pero que hasta la fecha no habíamos llevado a cabo.
Así fue yendo todo. Muy lentamente, pero en la dirección correcta.
Por ese entonces, yo me estaba sacando el carnet de conducir y mi querido escarabajo esperaba pacientemente a que obtuviese mi licencia.
Hablábamos con ilusión de la fiesta de fin de curso que sería en unos días. Yo tendría mi coche, estaríamos juntos toda la noche y escaparíamos de todo el bullicio en nuestro escarabajo, oyendo Help!, de los Beatles, que era nuestra canción, o mejor incluso, música de los Beach Boys.
Tres días antes de la tan esperada fiesta, suspendí mi examen. Eso desbarataría nuestros planes de escapada, pero todavía nos quedaría nuestra fiesta, donde sin lugar a dudas podríamos rubricar todo aquello de lo que habíamos estado hablando, pero que hasta la fecha no habíamos llevado a cabo.
Y llegó nuestra fiesta de fin de estudios. Y aunque comenzó de forma prometedora, tras un baile lento en el que evité con mucha destreza partirle un pie de un pisotón, la desgracia pronto se cebó en mí.
Uno de mis amigos de entonces, apareció en la terraza del baile, completamente borracho. Era incapaz de mantenerse de pie, ni siquiera de decir nada inteligible. Próximo a él, una amenazante escalinata a la que sin darse cuenta, se iba aproximando de forma imperceptible. ¿Dónde estaba mi primo Jose, amigo suyo también? ¿Y Yofri? ¿Y los demás? Hacía tiempo que habían desparecido con sus conquistas, por lo que a aquel desgraciado, sólo podía prestarle ayuda yo.
Y así lo hice. Abandoné a la que podría haberse convertido en mi primer amor y me quedé abanicando con una servilleta a aquel inconsciente, toda la noche, e impidiendo que se levantara y fuese hacia los escalones, por los que parecía tener una especial atracción. Cuando hubo terminado la fiesta, y empezaba a despuntar el día, los etéreos efectos del alcohol etílico comenzaron a diluirse. Mi ex-futura novia, había desaparecido, de la fiesta y de mi vida, probablemente harta de tanto esperar.
Todos los amigos volvíamos caminando a casa. Aquel niñato mal bebedor, que se había cargado mi deseada noche perfecta, pareció por fin volver al mundo real. Consciente de lo que había sucedido y arrepentido de haber destrozado la noche a su amigo, se giró hacia mi primo y le dijo con la mano en el pecho, en un tono de eterno agradecimiento:
-Jose, tú sí que eres un amigo de verdad. Perdona por haberte fastidiado la noche...
4 comentarios:
Gracias Mel, como cada miércoles abro con ilusión tu blog a ver qué canción nos dedicas. Conocía otras como "Surfer girl" o "Surfin´USA" pero ésta, aunque la había oído, no la asociaba a los Beach Boys. Anyway, a fantastic group
Me gusta mucho, el tema está muy bien y la historia me ha resultado muy graciosa y muuyyyy creible, ;)
Doy fe de que la historia fue tal cual. Hombre, Mel, quizás sigues guardando excesivo rencor al amigo beodo que te confundió con tu primo. Deberías perdonarle e incluso estarle agradecido (a tu amigo) porque nunca se sabe de qué sinsabores te libró de haber seguido saliendo con aquella chica.
Recibe un fuerte (y solidario) abrazo de tu primo.
No desparecimos con nuestras conquistas, mas bien, fuimos invisibles a ellas.
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