lunes, 26 de enero de 2015

Stop Baby


Muchas veces en la vida es más difícil decir que no, que decir sí. Y todavía lo es mucho más, el decir "basta".
No es sencillo poner punto final y mucho menos cuando se ha convertido en una costumbre, en una forma de vivir, en un sueño incumplido, o en un infierno. Me costó mucho resignarme a aceptar que nunca podría llegar a ser controlador aéreo. Fue muy duro, pero desde el día que dije ¡se acabó!, fui otro. No he vuelto a sufrir por ello ni a sentir el frío acero de la frustración que se te introduce en el pecho.

Ese "hasta aquí", a veces da sensación de vértigo, miedo a lo desconocido, tanto, que a veces te atenaza y te convierte en un cobarde. Pero es una decisión, como todas las importantes, que no puedes delegar en nadie, ni muchísimo menos culpar a los demás si acabas equivocándote.
La necesidad del cambio, siempre la he vivido como un pinzamiento en el estómago, como una línea fronteriza; una sensación especial que siento cuando la traspaso. Y cuando doy el paso, sé con certeza que es un punto sin retorno.

Tengo un himno particular de las épocas que se cierran y de las etapas de mi vida que se terminan. Es una canción de uno de mis grupos favoritos: Mike & The Mechanics.
Recuerdo escuchar en algún momento, con gran intensidad Stop Baby, justo cuando había algo importante que se acababa, que cambiaba, que concluía para siempre.
 
Los cambios, son como el mar y como tantas y tantas cosas, a las que no se tienen que temer, aunque se han de mirar con un cierto recelo. Un día escuché que el cambio es sobretodo una oportunidad, una puerta nueva que abrimos a lo ignorado y quiero creer que es así. Que no es más que una habitación desconocida en la que entramos, cuyo contenido visto desde fuera, tan sólo se puede intuir.
Ese conocido pellizquito lo he vuelto a sentir. Y ese otro yo, que te hace que pidas perdón y se enfrenta a tu orgullo, ése que muchas veces te dice cosas que no quieres escuchar, pero que sabes que tiene la razón, ése que está muy dentro y que te hace sacar lo mejor de ti, ha vuelto a aparecer. Me dice: Mel, vete de ahí... ¿no te das cuenta de que en este lugar ya no vas a ser feliz nunca más?
Y tiene razón una vez más. Hay vida más allá. Seguro que habrá otro lugar, otro trabajo donde me quieran, donde sepan ver lo que valgo. Y ya lo he decidido. Busco Stop Baby en mi Ipod, me conecto los auriculares y le doy a play. Ya empieza a sonar... Esto no tiene vuelta atrás. Me voy. Adiós.