Si hay algo que he acabado odiando, es la palabra crisis. Te persigue por todas partes, vayas por donde vayas. Te oprime, te deprime y te comprime el alma. Subyuga a la desesperanza, al túnel de las grandes dificultades, que nos arrastra y parecen no terminar nunca.
¿A quién le apetece ver las noticias? Parece que hay una conjunción planetaria, un lustro horribilis que no nos deja en paz. Miro las calles y veo carteles de SE VENDE por todas partes. Me hace sentir que este país está entero a la venta, o quizás es como el decorado de un teatro, al que se le han acabado las funciones y va desmontando su escenario de cartón piedra.
Crisis significa crisis, y aunque a nadie se le escapa lo que es, etimológicamente quiere decir separar, decidir, pero también elección, juicio, análisis y criterio.
Para los chinos, la palabra crisis se forma de dos partes: peligro y oportunidad.
El peligro ya sabemos lo que es. Las oportunidades aún están por descubrir. Pero no se debe perder la esperanza.
Las cosas no volverán a ser iguales, seguro, pero no por eso tendrán que ser peores. Esta poda nos hará más fuertes y creceremos más robustos en todos los aspectos.
Dicen que el año que ahora empieza va a ser malo. Pero yo me rebelo ante tanto pesimismo. Será mejor. Y los cambios que nos esperan nos harán remontar el vuelo de nuevo. No quiero empezar un año nuevo con miedo, con incertidumbres. Quiero hacerlo con la sonrisa nerviosa del niño que entra en el salón a ver qué le han dejado los Reyes, sabiendo que mucho o poco, todo lo que encuentre, siempre va a ser bueno.
Un poeta llamado Bob Dylan, que de vez en cuando hacía sus pinitos como cantante, con juvenil ingenuidad, hablaba de que los tiempos estaban cambiando en aquel lejano 1964.
Sam Cooke hace ya muchos años y por otras circunstancias, en una época difícil, en una preciosa canción, nos cantaba que había nacido en una pequeña cabaña junto al río. Aunque había corrido mucho en su vida, como aquel mismo río, seguía siendo pobre como cuando nació. Los demás le recordaban que no olvidase que era un ciudadano de segunda, pero a pesar de todo el tiempo que había pasado, de lo difícil que era vivir, no quería morir; no perdía la esperanza, porque estaba convencido de que el cambio iba a llegar.
Feliz 2013 a todos, porque seguro, seguro, que lo va a ser.