miércoles, 4 de abril de 2012

Ella Elle L'a


Sé muy pocas cosas de Francia. Mejor dicho: sé muy poco de francés.  Y no es por falta de ganas, de verdad. Simplemente es por el hecho de escoger.
Alguien muy especial me dijo un día: Mel, en esta vida no se puede tener todo. Y el paso del tiempo no ha hecho otra cosa más que darle la razón. No sé francés, eso es una realidad, pero a cambio soy médico.
Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Es sencillo. Cuando entré en bachillerato, mi idea era matricularme en francés, idioma que me atraía muchísimo y así completar el conocimiento que ya tenía sobre el inglés. Pero tras consultar con la catedrática de francés del Instituto, me dijo que si quería estudiar Medicina, y para ello me pedirían una buena nota de acceso, mejor no me matriculaba en francés, porque jamás podría pasar de notable. Así que animado por este consejo, dejé este idioma aparcado en la cuneta y cerré una puerta.

Pero ¿qué hubiera pasado si hubiese estudiado francés?
No lo sé. Lo que sí es cierto es que mi vida hubiera sido otra.
A veces pienso en esos caminos que no tomamos y en qué habría sido de mí en esa vida paralela, que nunca escogí y que por tanto, jamás viví.
Tal vez no hubiese sido médico, a lo mejor sí, pero lo que no habría cambiado en mi, es el interés por la música.
Imaginando esa ficticia vida paralela, puede que incluso en aquel guateque de adolescente, hubiera bailado con aquella niña, pero en vez de Bridge over troubled waters, habría sido Tous les garçons et les filles de François Hardy y como entendería la letra, se la podría cantar al oído.
Esta ficticia vida paralela, hubiera hecho que mis sueños eróticos de juventud, no tuviesen a Patsy Kensit, sino a una guapa francesa llamada Alizée.
Por otro lado, los desamores no habrían sido nunca acompañados por One more night, sino por Jacques Brel, cantando la más bella y triste canción de amor/desamor, que se ha escrito nunca.

Pero mis universos paralelos, el inglés y el misterioso francés, se acabarían uniendo aquel verano antes de entrar en la universidad.
En una fiesta que organizó una compañera de clase del Instituto, en aquella época en la que la música estaba inmersa en unos discos de vinilo negro, descubrí una canción en francés que me cautivó.
Si no hubiese hecho caso aquel consejo y hubiese tomado el camino francés, para mí no habría sido ningún descubrimiento France Gall. Aquella niña de 17 años, que ganó el festival de Eurovisión, para asombro de su mánager, que tras su actuación le reprochó el haber desafinado y haber estropeado la canción.

El nexo común entre lo que fui y lo que podía haber sido, es France Galle y su Ella elle l'a. Impresionado por la fuerza de esta música (porque como es obvio, no entendía la letra), le pregunté a alguien que supiera francés, acerca de lo que significaba su título. Así me contaron, que Ella, ella lo tiene, era un homenaje a la extraordinaria cantante de jazz Ella Fitzgerald, que para mi vergüenza, aún no conocía.
Aunque el estilo de Ella elle l'a nada tiene que ver con el de la homenajeada, la canción de France Gall está en mi lista de temas favoritos, porque gracias a ella, de su mano me trajo el mejor descubrimiento musical de mi vida: la voz celestial de Ella Fitzgerald. Pero por si esto fuera poco, Ella elle l'a es además especial, porque me recuerda todos los caminos que dejé por recorrer y la incertidumbre de pensar si al final acerté y escogí los cruces correctos. Como me han dicho tantas y tantas veces, En esta vida no se puede tener todo. Tal vez sea cierto, pero gracias a France Galle y su Ella elle l'a, casi podría decir que lo he conseguido.